Agua destilada: usos y guía para la producción doméstica

Para cocinar, para su uso en el vehículo, por ejemplo para el sistema de refrigeración; para fabricar tu jabón natural casero o cualquier otro producto de limpieza o cosmético; para regar las plantas, para preparar conservas… Son solo algunos de los posibles usos del agua destilada. Pero, ¿qué es exactamente y por qué se recomienda frente al agua corriente? Te lo contamos. Además, ¿pensabas que tu única opción para hacerte con ella era comprarla? Pues no es así en absoluto porque cualquiera puede destilar agua en su propia casa de forma sencilla, segura y con muy buenos resultados.

Qué es el agua destilada.

Empezando por lo más básico, ¿de vez en cuando oyes hablar del agua destilada o alguien te la recomienda pero no sabes con certeza qué es y en qué se diferencia del agua que sale de tu grifo o de la que compras embotellada? Si es el caso, captarás las distancias de inmediato. El agua destilada es, de alguna manera, un agua mejorada gracias al proceso de destilación.

Pero mejorada, ¿en qué sentido? En que, cuando el agua se destila (esto es, se somete a un proceso de evaporación), se purifica, quedando libre de microorganismos, de cualquier sustancia contaminante, como productos químicos, así como de minerales.

Usos del agua destilada.

Con estas ventajas, los potenciales usos del agua destilada son muchísimos, como se comentaba al inicio de la entrada. Una de las razones es que, al estar totalmente libre de minerales, elimina los riesgos de corrosión, por ejemplo cuando se usa en un vehículo.

Por la misma pureza, este tipo de agua es ideal para usos tan dispares como la limpieza del equipamiento médico o el lavado del cabello, además de para la fabricación de jabón, el cocinado y envasado de alimentos o la limpieza. En este último caso, optar por agua destilada evita que, tras limpiar una ventana o cualquier superficie, quede un rastro blanco que, si está ahí, es por los minerales y las sales disueltas en el agua no destilada.

Respecto al cuidado de las plantas, ¿quieres regarlas y, de paso, transferirles a través del agua cualquier sustancia química que pueda estar disuelta en ella? Seguro que no, así que ahí tienes una de las razones por las que se recomienda el agua destilada para el cuidado de las plantas o de un huerto casero.

Agua destilada DIY.

Si, ahora que sabes más del agua destilada, te preguntas cómo conseguirla tú mismo, la buena noticia es que es factible. Te explicamos dos posibilidades para obtener tu agua destilada DIY de forma segura y con unos resultados que nada tienen que envidiar al producto que se adquiere en el mercado.

1. Destilar agua en recipiente de vidrio.

Asegúrate de que tienes una olla suficientemente grande (con capacidad para aproximadamente veinte litros de agua) y un recipiente de vidrio de buen tamaño que quepa en el interior de la misma.

Si ya lo tienes todo listo, llena la olla de agua hasta la mitad e introduce el recipiente. Es muy importante que este no entre en contacto con la parte inferior de la olla, por lo que si necesitas ayuda de una rejilla, no dudes en emplearla.

Cuando el agua vaya a entrar en ebullición, tapa la olla con su tapadera, pero colocada del revés. A continuación, cubre la tapa de hielos. Deja que el agua siga hirviendo puesto que, así, lo que estarás consiguiendo es que esta se evapore y se vaya transfiriendo al recipiente, mientras que cualquier sustancia disuelta en el agua se quedará en el fondo de la olla.

Vigila de vez en cuando el nivel de agua del envase de vidrio y, cuando este esté lleno, ya podrás retirarlo y aprovechar el agua destilada que contiene para cualquiera de los posibles usos descritos. Antes, no te olvides de esperar a que se enfríe.

2. Destilar agua con botellas de vidrio.

Esta segunda alternativa es muy semejante a la anterior pero, en vez de un envase de vidrio, necesitarás dos botellas del mismo material. Para que todo funcione, es recomendable que una de ellas tenga el cuello curvado.

Cuando las tengas, vierte agua del grifo en la botella normal, sin que quede llena hasta los topes. A continuación, conecta los dos cuellos de botella y, una vez encajen, asegúralos con cinta adhesiva.

En este punto, tendrás que volver a echar mano de una olla de grandes dimensiones que tendrás que llenar de agua y poner a calentar. Introduce en ella la botella que habías llenado y asegúrate de que la otra queda en el exterior, a un ángulo de unos 30 grados.

Como en el método anterior, cuando el agua esté a punto de arrancar a hervir, envuelve la botella que tienes fuera con una bolsa de hielo para que el agua se condense. Poco a poco, esta ira depositándose en la botella exterior, que se acabará llenando completamente de agua destilada lista para su uso.

Además de las anteriores, otra posibilidad sería destilar el agua que se recolecta de la lluvia. Para ello, solo tendrías que colocar un envase limpio y del tamaño que consideres en el exterior, para que se deposite en él el agua. Una vez se llene, con el paso de un par de días las sales minerales se irán disipando. En ese momento, ya podrías utilizar este recurso. Este proceso, que parece tan sencillo, tiene sin embargo sus luces y sombras. Entre estas últimas: los niveles cada vez mayores de contaminación del aire que, obviamente, alterarán la composición del agua que recolectes.